TEMA: “CÓMO AFRONTAR NUEVAS ILUSIONES”
INTRODUCCIÓN:
Buenos días a todos:
Deciros buenos días, son dos palabras que van más allá para deciros que os tenemos muy presente y que intentaremos acompañaros hasta que sean posibles los Grupos presenciales.
Os dejamos la historia del “Bambú Japonés”, una gran reflexión para tener en cuenta, hasta pasada la Semana Santa. ¡CUIDAROS!
Estos escritos son los últimos que vamos a publicar en este primer trimestre, pero, que si es posible, reiniciaremos el próximo16 de abril.
- “AFRONTAR NUEVAS ILUSIONES”, por Rosa María M...
Como todo en la vida la paciencia, la perseverancia y el trabajo serán los grandes aliados para avanzar, tened en cuenta que los sentimientos o el dolor no tienen acelerador ni freno por lo que el dar tiempo al tiempo, e ir paso a paso será vuestro mejor apoyo y os daréis cuenta de que mejoráis.
Pensaréis: todavía no he llegado pero me he movido sin importar cuánto…Y esa será vuestra base para empezar.
Personalmente, en un momento semejante descubrí y me sorprendió una nueva asignatura que desconocía, que tendría que aprobar y que me hizo sentir muy, muy mal:
El primer día en que una pequeña travesura de la peque de casa me hizo reír, me quedé sorprendida y me sentí muy mal, me dio la impresión de que faltaba el respeto a mi duelo, a la querida persona que había fallecido y que yo no tenía derecho a esa ligereza.
Me sentí tan mal al ser consciente de ello que me costó perdonarme por haber osado tener un momento normal y distendido.
Luego conviviendo con grupos de duelo me di cuenta de que este hecho es muy frecuente para no decir usual en todas las personas en duelo. Si analizamos este sentimiento veremos que todavía no somos capaces de darnos permiso para sentirnos bien, y creemos que nos comportamos como traidores a un recuerdo o a una persona. Lo que ocurre es simplemente que aún no es el momento y debemos seguir trabajando y avanzando. Ya llegará el estadio oportuno para ello.
Debemos superar la lucha interior entre emociones, miedos, ira, y hasta con el lastre de la culpa.
Pero tras llegar a entregarnos a todas esas luchas interiores y que tanto rigen nuestras vidas durante un tiempo, veréis que poco a poco sonreír no es saltarse todas las normas, que se irán abriendo pequeñas sendas hacia pequeñas concesiones a uno mismo.
Podréis hacer pequeños planes para hoy o mañana y pequeños proyectos para no muy lejos, para esta semana o a lo sumo para la siguiente pero siempre en cosas que no sean de gran importancia porque así si se truncan no os sentiréis decepcionados. No hagáis planes que puedan preocuparos en demasía, procurad que sean fáciles de llevar a cabo.
Con las pequeñas cosas es con las que ganamos poco a poco y nos encaminamos hacia la vida nueva, distinta sin duda, que volverá a ser agradable, con paz y plenitud. Es cierto que todo será distinto pero no por ello sin valor.
– Podréis volver a estar presentes en la vida y regir la vuestra.
– En las pequeñas cosas es donde hallaréis la creación de un nuevo futuro.
- “AFRONTAR NUEVAS ILUSIONES”, por Montse Larré
El paso de poder afrontar nuevas ilusiones en las circunstancias en las que nos encontramos, se podría considerar como un máster dentro de una carrera, hay que haber superado muchas otras asignaturas antes de llegar aquí.
No es que tengamos que subir al Everest pero casi, casi.
Cada persona es libre de empezar y desarrollar su proceso de la forma más adecuada. Todo ello dependerá básicamente de cada uno de: muchos aspectos, la forma de ser, el entorno en el que conviva, la edad, la salud y muchas otras cosas.
Ante todo hay un factor que debemos tener muy en cuenta y es la de liberarse de prejuicios que la sociedad en la que vivimos nos impone. Este aspecto, sin darnos cuenta, suele tener mucho peso. Creo nos debemos dar la licencia de hacer cosas tal y como consideremos mejor para nosotros, sin contar con el “qué dirán”, volver a asistir a una fiesta, volver a soltar una carcajada cuando nos cuenten algo que nos parezca gracioso, volver a recuperar nuestro antiguo aspecto, hacer cosas que siempre habían quedado en el tintero, por más descabelladlo que parezca, ¿por qué no podemos hacerlo? Nadie sabe cómo estamos por dentro y nuestra meta es la de volver a ilusionarnos.
En este proceso buscaremos dentro de nosotros y nuestra inteligencia innata, que creo yo tenemos y que no es más que pura supervivencia, y allí encontraremos nuestro camino a seguir y la forma en que podemos empezar esta nueva etapa de nuestra vida y que solo nosotros podremos diseñar. Si en ese momento estamos trabajando para obtener una paz interior, ese hecho hará que el taladro que tenemos en la mente permanentemente, parará un poco mientras nuestra atención está centrada en esa actividad.
Programar y poner en marcha actividades nos ayudarán, tal como, practicar algún tipo de deporte, que con la liberación de endorfinas, sustancias químicas que segrega nuestro organismo reducen la percepción del dolor, también es beneficioso desarrollar alguna actividad intelectual como leer libros que nos gusten, estudiar algo, como idiomas, aprender a tocar algún instrumento, hacer alguna actividad manual que nos satisfaga o cualquiera que sea de nuestro agrado, todo ello favorecerá a activar el autoestima tan deteriorada que llega a estar.
Aquí yo añadiría una actividad que a mí, personalmente, me ha ayudado mucho y es el voluntariado. Desde fuera no se ve cuánto beneficio proporciona, pero sí lo hace la actividad altruista, ayuda tanto al que la recibe como a quien la da. En definitiva, cada uno debe buscar la que mejor le encaje y veréis cómo se puede volver a tener ilusiones y poder mirar hacia el futuro, si no de color rosa, de un color cálido y luminoso, cambiándolo de la forma oscura que en principio se ve.
Montse Larré
- “AFRONTAR NUEVAS ILUSIONES”, por María Dolors Estivill (Lola)
Cuanto a continuación comparto con todos quienes me lean, es la conclusión de mi libro “Tengo un Ángel en el Cielo”, registrado, no publicado, y dice así, escrito hace 20 años.
“Me he desnudado ante algunos temas sin sentir ningún pudor ante todo cuanto he relatado, porque creo que ningún dolor, vivido por mí, es comparable ante la pérdida de mi hijo.
Si hoy puedo sentirme juzgada por todo cuanto he dicho, doy mis sentimientos, que quizás debería haber ocultado, a tantos y tantos padres y personas que han perdido a un ser querido que, ante la imposibilidad de hablar, se sienten morir por miedo a decir cuánto necesitarían comunicar para sentirse bien”.
He vivido durante mi duelo, otros duelos y ante todos ellos he aprendido a respetarlos, porque sé que la tristeza que me embargaba, es infinitamente insoportable. Pero la tristeza de los demás también tiene detrás de ellos un nombre y unos apellidos que, sin dudar, es tan dura de sobrellevar, como la mía.
He abierto una ventana a quienes me lean, porque tengo la necesidad de comunicarme. Tengo la necesidad de dar a conocer el infierno por el que he transitado y dejar conocimiento escrito de mis sentimientos, para que, algún día, conociéndonos, se encuentren otros medios, no medicamentosos, pues éstos ya hace tiempo que habitan en los estantes de las farmacias y consultas de profesionales que intentan paliar, si cabe, el sufrimiento y la angustia en la que me sometió la vida cuando la muerte se hizo presente en el momento más inoportuno de mi existencia.
Así y todo creo que a la muerte le vale una simple excusa para arrancarnos de nuestro lado a ese ser querido a quien tanto hemos amado y el medicamento en sí, en parte, fracasó ante tanto dolor.
Al morir mi hijo Andrés y cuando pude empezar a leer un libro, el tema “muerte” fue durante mucho tiempo mi mundo, donde un número importante de autores intentaron cuando me zambullía en todo cuanto contaban, en unos temas de investigación que me llevó a conocer una literatura que siempre ha existido, pero que a mí no me interesaba. En todos ellos, inconscientemente, buscaba respuesta a la muerte tan temprana y absurda de Andrés. Intentaba hacerme míos párrafos que algún autor describía mi sentir, pero era simplemente un respiro en un montón de páginas.
Busqué en cantidad de librerías algún libro en el que me pudiera identificar y me diera pautas o simplemente el apoyo emocional que necesitaba para transitar por una vida que no deseaba ver ni oír. Pero ese libro no pude encontrarlo. No digo que no exista. Yo no supe, con todo aquel montón de información, calmar mi dolor.
Año tras año, en el “Grupo de Duelo”, me adentré en el mundo de los sentimientos auténticos, esos sentimientos que surgen de corazones, como el mío, y empecé a compartirlos.
Valorar cuanto quedaba aún sin mi hijo, fue un reto y un duro trabajo que quise hallar, pues me di cuenta enseguida que, tanto si me gustaba o no la vida, ésta continuaba.
Nunca pensé en el suicidio como arma para terminar con todo mi dolor, pero sí me complacía pensar en la muerte como amiga, a la cual deseaba alcanzar cuanto antes para descansar de un dolor insoportable que ningún medio humano era incapaz de darme un respiro. Simplemente deseaba la muerte para descansar de aquél infierno.
No sé exactamente qué fuerza habita en mí, pero cuando tuve la suficiente para reconocer que “nunca más vería a mi hijo”, pensé que si hasta entonces nadie sabía cómo reconfortarme, yo encontraría los medios para no hundirme en la miseria y destruir lo poco que entonces creía me quedaba.
Dicen que “quien busca, halla” y de verdad que he sido, y soy, una buscadora nata del conocimiento ante la muerte.
Mientras me quede un último segundo de vida, no descansaré de comunicarme y escuchar el dolor de otros, pues, hoy por hoy, es el medio que, para mí, es el único efectivo y que me ha hecho reflexionar para poderle a la muerte y a lo que me resta de vida.
No desfalleceré ante las dificultades, pues después de un largo caminar, he visto florecer el Cielo y lo he contemplado con mis ojos.
Si después de la muerte de un hijo, he alcanzado ver y oír el murmullo del agua; el piar de los pájaros; el azul del cielo y soy capaz de admirar tanta belleza, a pesar de no tener físicamente a Andrés, es mi deber comunicar al mundo del dolor que, si encuentras los medios adecuados y tu entorno familiar y de amistad no fallan, a pesar de transcurrido el tiempo, se puede volver a sonreír, a tener nuevas ilusiones y a soñar, aunque a estos sueños nunca les hago nido, por si no se realizan, pero sí me hacen volar como soñadora que soy.
Fins el proper divendres día 16 de abril de 2021
Un abrazo, Una abraçada
María Dolors Estivill Martínez (Lola)